Hola, me llamo Juan y tengo 25 años. He decidido crear un proyecto profesional para desarrollar una idea que hace tiempo ronda mi cabeza. Mi plan objetivo – plan es facturar 100 antes de final de año, y conseguir 1000 antes de 5 años para dentro de 10 años comprarme la casa de mis sueños con una serie de características muy concretas.
En base a este objetivo, planifico una estrategia que me ayude a conseguir el propósito, con una serie de hitos a corto que me sirvan como indicador de que realmente me estoy dirigiendo hacia lo que quiero conseguir. Hasta aquí todo normal y dentro de los parámetros lógicos de cualquier planificación.
Este objetivo aquí propuesto responde al de una persona que ha decidido trabajar por su cuenta, obviamente si estás trabajando por cuenta ajena es muy complicado plantearte este tipo de objetivos que dependen de tu propio crecimiento, ya que en estas situaciones ya conoces el límite de ingresos, que será el que la empresa en la que trabajas te proponga. En definitiva, vendes tu tiempo por algo de dinero.
La consecución de este objetivo, pasa por la relación con multitud de entes que forman parte de tu ecosistema profesional, y que de alguna forma condicionan la evolución y avance hacia objetivo. De la misma forma, en la vida “suceden cosas” que tambalean todo aquello que en el momento de la planificación parecía tan claro, y hace que te replantees ese objetivo inicial.
La definición adecuada del objetivo: la clave
Los acontecimientos de tu vida van condicionando tu evolución y desarrollo que, depende cómo los enfoques, te acercarán o alejarán del objetivo … si no los sabes manejar. Las cosas pasan, y dependiendo de la pureza de tu objetivo las utilizarás en tu beneficio o cambiarás el objetivo … demostrando entonces que no era realmente TU objetivo.
Desde mi propia experiencia he llegado a la conclusión de que la clave es el objetivo, si está bien definido y corresponde con tu deseo real, es imposible que no lo consigas, por la simple razón de que harás lo que haga falta para lograrlo.
Y ene este sentido, esta misma afirmación es la que da título al post, es decir, puedes cambiar los planes intermedios en función de lo que va sucediendo pero siempre en beneficio de conseguir el plan. Esta es la estrategia: EL PLAN no se negocia, los planes si
Siguiendo el ejemplo inicial, si en la ejecución de esa planificación propuesta para la consecución del objetivo van sucediendo cosas; Juan se casa, tiene hijos, el sistema sufre una crisis, cambia de sector de actividad por que ha encontrado nuevas ideas, socios o propuestas, … y un sin fin de nuevas situaciones, es importante ir integrándolas al interés personal establecido: comprar la casa de sus sueños.
No perder nunca de vista el horizonte
Sea lo quiera que sea que se acerque a tu vida, forma parte del plan y es bueno para tu resultado, tanto sin encaja como si no; ojo, siempre que el objetivo esté bien enfocado. Esto es muy importante, porque si es que no habría que analizar por qué no, recuerda que siempre hay que contemplarlo todo, tanto lo que si como lo que no. Tan solo se trata de interpretarlo, es decir, cómo convertirlo en útil para tu propósito y apoyarte en esta situación para seguir creciendo.
Resulta baladí afirmar que no puedes trabajar de la misma forma cuando la información de la que dispones ha cambiado: cambios en le mercado, los servicios, información de la competencia o de los clientes, tu propia formación, …. En definitiva, se trata de una adaptación permanente de la estrategia siempre en tu beneficio.
Mantener el objetivo en el horizonte con nitidez y convicción facilita sobremanera esta tarea, ya que se convierte en el faro con el guiarte para seguir avanzado.