¿Sabemos lo que quiere decir vivir una vida plena, con significado?, ¿sabemos cuales son nuestras prioridades en la vida?.
En el fondo de todos estos propósitos subyace el deseo de ser feliz, de la satisfacción personal y de paz interior. Pues bien, para conseguirlo contamos con una herramienta valiosísima. ¿Cuál?. La práctica de la atención plena y eficaz en la identificación de nuestros objetivos y prioridades personales a través de la memoria y la vigilancia mental, en definitiva el mindfulness.
La atención plena tiene su origen en antiguas prácticas budistas y constituye básicamente una forma determinada de prestar atención; según el Dr. Jon Kabat-Zinn, el mindfulness podría ser “la conciencia que aparece al prestar atención de forma deliberada, en el momento presente y sin juzgar” y puede entonces considerarse como una habilidad de la atención que nos permite centrar la mente en el presente: ayuda a vivir de manera consciente, a percibir mejor lo que nos rodea y saber cómo nos afecta internamente.
En definitiva, es bueno para conocernos mejor, ya que al entrar en contacto con nosotros/as mismos/as, nos conectamos con nuestra fuerza y recursos internos para afrontar las experiencias de una forma más consciente. Nos pasamos demasiada parte del tiempo de cada día esperando que llegue el momento de… ¿De qué? De ese espejismo donde creemos que encontraremos, al fin, la felicidad. Pero como ocurre con todos los espejismos, cuando llegamos, descubrimos que no estaba ahí.